Me gusta Woody Allen por muchas razones, pero el motivo de más peso que puede que explique mi admiración por él y por otros tantos genios del cine, es su increíble capacidad para decir sin necesidad de eufemismos ni gestos políticamente correctos (otra de las malditas plagas actuales), verdades como puños.
¿Cómo no gustarme alguien que comprende mejor que el resto de los mortales la terrible incongruencia de muchas de las situaciones cotidianas que aceptamos como normales? Alguien que es capaz de darse cuenta de lo absurdo que hay en muchos de nuestros
comportamientos. Alguien que es capaz de analizar como nadie las relaciones humanas, la sociedad, las distintas razas, las guerras y sus causas, la historia... de una forma científica y objetiva... para acabar mirando el mundo desde un punto de vista más personal y sacarte, unas veces un suspiro de melancolía y resignación, y otras tantas una sonrisa irónica o carcajada inevitable. Eso es la definición de genio inconfundible.
Woody Allen nació en su amado Nueva
York el 1 de diciembre de 1935, de familia de origen judío. Durante su infancia aprendió a tocar el
violín y el clarinete. Su amor por la música (
probablemente igual a su amor al cine) le ayudó bastante en las posteriores elecciones de las bandas sonoras para sus películas. Las
posibilidades que se le ofrecían al pertenecer a la clase neoyorquina acomodada le permitieron ver toda clase de cine, y su increíble inteligencia hicieron el resto para poder empaparse de lo mejor del séptimo arte y poder admirar a sus particulares dioses:
Welles,
Bergman y
Kubrick; gigantes comparados con él según sus propias palabras
"Soy lo suficientemente bajo y feo como para triunfar por mí mismo".A pesar de comenzar su carrera como humorista escribiendo monólogos, no podía tardar mucho en realizar sus primeros filmes: "El dormilón", "Bananas", "La última noche de
Boris Grushenko"... comedias desternillantes donde los geniales
gags conviven de forma perfecta con sus sempiternas obsesiones sexuales, sociales,
existenciales... no podía quedar en comedia... Poco después abrió su parte más introspectiva y realizó su
eterna obra maestra "
Annie Hall", aunque yo prefiera "
Manhattan"; dos perlas del séptimo arte que resumen
perfectamente quién es
Woody Allen: el mejor exponente de filósofo contemporáneo capaz de reírse de todo, incluso de él mismo , sin perder un ápice de verdad y agonía en sus palabras. ¿Cómo no ser un lamentable neurótico si se es capaz de ver y entender lo que él ve? Jamás se cansará de nombrar a
Nietzsche,
Groucho,
Freud...
Su cine lo tiene todo: realismo, tratado con humor e ironía...
existencialismo, tratado con humor e ironía, la vida tratada con humor e ironía, las relaciones y el sexo tratados con humor e ironía... ¿pero es que acaso no tiene este genio esa parte romántica que tanto critica él mismo,
cuestionando incluso su
existencia?. Pues sí, ese pequeño recodo que escapa a su parte racional se llama Nueva
York (
Manhattan), ciudad y barrio que retratará y homenajeará en el resto de su prolífica y excelente filmografía, lo cual comprendí al sentarme en un banco de
Brooklyn con Antonio y Nacho para contemplar las luces de la gran manzana, ese mismo lugar del famoso fotograma de "
Manhattan".
¿Qué
Woody Allen preferís? ¿Ese odioso enano neurótico y racional capaz de ironizar y reírse de todo, hasta de s
us propios orígenes?, ¿o al entrañable, pequeño, irracional e indefenso hombre amante de la música, del cine, de
Manhattan, de la vida...? Entended como yo que son dos caras de la misma persona y que todos presentamos la misma dualidad. Sacad siempre que
podáis la segunda. ¡Hasta pronto!.